Celebrando la llegada al Tagamanent.
Al poco de salir el sol ya estamos de pie, preparando lo necesario para pasar el día.
El sábado se nos ocurrió ir a correr por el Tagamanent y el Pla de la Calma para entrenar un poco para la temporada de raids y los 16 km, que para algunos no será demasiado, al despertarse al día siguiente se notan en las piernas. De alguna forma liamos a Iol y a Jaume para que se vinieran y para allí nos fuimos los cuatro a pasar la mañana del sábado.
El domingo madrugamos de nuevo, almorzamos rápido y llegó Jaume. Cargamos la bici de Txell y la mía en la furgo y nos vamos para Canet de Mar.
Aparcamos justo al lado de un camino y de allí enlazamos con la pista que lleva hasta la Creu de Canet. Subida en modo calentamiento.
Lo mio no es la orientación y aunque alguna de las fitas las he encontrado bien, otras se me han resistido. Hasta he llegado a pasar a menos de un metro de algunas y me ha tocado ir y venir por los caminos unas cuantas veces hasta encontrarlas.
Después de 1:30 h., más o menos, he conseguido acabar el circuito y me he reunido con el resto de la gente, que ya llevaban un buen rato descansando de sus pruebas.
Un botellín de agua, un plátano, una manzana, un rato de charla y nos despedimos de los amigos para bajar de nuevo hasta la furgo.
Por el camino discutimos como encarar la próxima parte de nuestro entreno. Al final, y viendo que tal vez se nos hace demasiado duro, decidimos que Jaume nos deje a la salida de la autopista que separa Arenys de Mar de Arenys de Munt. Descargamos las bicis y las mochilas y nos despedimos de Jaume que se vuelve para casa.
Nos quedamos Txell y yo. Nos cambiamos en medio de una calle, metemos el resto de cosas en las mochilas y nos subimos a, tal y como dice un muy buen bloggero, “la flaca”.
Pedaleo, pedaleo, pedaleo,. Cruzamos Arenys de Munt y seguimos subiendo dirección a Vallgorgina hasta llegar a Collsacreu. En la entrada de la urbanización de Collsacreu paramos para tomar aliento y decidir cual és el siguiente paso. Txell lleva la orientación...menos mal. Yo, todo y tener un mapa y una brújula, creo que sería capaz de llegar a Olot. Dejamos la carretera y nos metemos en el GR83. Una sucesión de subidas interminables y algún tramo corto de camino un poco más plano, nos hace superar el Coll del Pi del Buac y el Coll del Bruc para llegar al Santuari del Corredor.
Decidimos descansar, y sobre la hierba, disfrutando de la relativa tranquilidad, nos fulminamos los bocatas que llevábamos y una bolsa de frutos secos.
Después de una digestión de poco más de cinco minutos y de mirar un poco el mapa, nos ponemos de nuevo en marcha.
En el camino.
Desde aquí, cogemos el GR92. La pista es un poco más agradecida y nos encontramos bastantes tramos de bajada.
En una de esas bajadas empezamos a encontrarnos un montón de niños cargados con mochilas. Le comento a Txell lo chulo que es, que niños tan pequeños ya salgan a la montaña y que como todos estos que encontramos, también Nil y Jan han salido ha pasar el fin de semana de acampada y deben estar disfrutando como locos.
Al pasar junto a unos pequeños que se apartan un poco para dejarnos paso, uno de ellos se gira y no puedo tener mayor sorpresa. Derrapada brutal y todo el grupo, niños y monitores, se me queda mirando. Dejo la bici tal y como ha caído al suelo y en cuatro pasos me acerco a Jan casi con lágrimas en los ojos de la emoción.
Me lo como a besos mientras me mira con cara de no entender nada. Me mira fijamente y después de un corto silencio, me dice: “Papa...què fas aquí?” La verdad es que no le he sacado mucha más información, pero sé que se lo ha pasado muy bien y está muy cansado. Unos cuantos besos más y seguimos bajando hasta el Coll de Can Bordoi. Allí nos encontramos con el resto de niños. Buscamos un poco y enseguida encontramos a Nil. Otra vez besos y otra vez la misma pregunta acompañada de la cara de sorpresa.
Nos despedimos y seguimos nuestro pedaleo.
Aquí se nos acaba el mapa y hasta encontrar algo reconocible, todavía nos queda un buen tramo. Seguimos la pista y llegamos a Can Bordoi. Dudamos. Txell sigue su intuición y escoge una de las opciones. Trialera de subida bastante técnica que nos deja en una pista de piedrecillas. Aqui nos encontramos con un grupo que camina alegre y con calma. Preguntamos dónde estamos y si alguno de ellos sabe el camino hasta Sant Bartomeu de Cabanes. Una señora muy agradable nos dice que un poco más adelante camina un ADF. Lo alcalzamos a la altura de la
Torrassa del Moro.
La Torrassa del Moro.
El señor ADF, nos invita a subir a la torre. Resulta que sólo la abren dos veces al año y justamente hoy, hemos pillado uno de esos días. Estamos de suerte! Desde la torre, y con unas vistas increibles, nos indica el camino con una seguridad brutal. Después de las exhaustivas explicaciones, damos las gracias, nos despedimos y bajamos a por las bicis.
Siguiendo sus indicaciones llegamos a la Urbanización Sant Carles, la cruzamos y enlazamos de nuevo con el GR92. Superamos el Coll de Parpers, bajamos y rodeamos la pedrera que hay sobre Òrrius hasta alcanzar la carretera que va de Òrrius a la Roca.
Ya hace un rato que el sol se ha escondido detrás de las montañas, está bajando la temperatura y, como no podía ser de otra manera, no llevamos frontal así que tenemos que ser muy rápidos en el resto de nuestro recorrido. Subimos un tramo de carretera, que nos parece interminable, hasta Sant Bartomeu de Cabanes y finalmente entramos en terreno conocido.
Desde aquí, y siguiendo la pista que otras veces hemos hecho, pasamos junto al dolmen de la Roca del Toni y una vez llegamos a la Creu de Can Boquet la oscuridad apremia y preferimos bajar por la pista que nos lleva hasta Vilassar de Dalt y desde allí hasta Premià.
Pocos minutos más tarde llegamos a la puerta de casa cuando la oscuridad ya ha ganado la batalla.
Un gran día, una gran compañera de aventuras, un gran cansancio y una gran satisfacción.