Canal Estreta en el Grà de Fajol Petit.
Después de varios años sin pisar la nieve me había dejado convencer por Gordo para volver a perderme por el pirineo. La verdad es que con la excusa de que me dejaba arrastrar ni miré condiciones, ni me importaba donde me llevasen. Se que iríamos ha hacer algún corredor al Cadí, Vallter o Andorra pero eso, todavía estaba por decidir.
El viernes al llegar a casa, tuve que rebuscar, entre cajas olvidadas, todo lo necesario para ir a la nieve e intentar no olvidar nada. Encontré los pantalones, polainas y guantes. Recuperé aquellos pinchos que se ponen en los pies...creo que se llamaban crampones. También conseguí encontrar los piolets sin demasiados problemas ya que al menos uno de ellos, lo utilizo de vez en cuando como martillo casero. Cargué la mochila y salí disparado a buscar a Ramón por casa para subirnos después hasta casa de Gordo. Cargamos la furgo y nos decidimos por Vallter...sobretodo por que la aproximación es más corta.
En Ripoll, paramos a cenar en un bar donde nos dejaron entrar con los bocatas a cambio de unas cervezas y los cafés. Acabada la cena y tras unos cuantos kilómetros más, aparcamos en el Parking que hay un poco más arriba de la curva desde donde sale el camino al refu.
Apurando unas cervezas mientras charlamos un rato antes de ir a dormir, ya nos parece intuir que mucha nieve no vamos a encontrar y que tal vez tengamos que cambiar la idea de intentar la Canal Estreta.
Al levantarnos y acercarnos hasta el refugio de Ulldeter, nuestras sospechas quedan totalmente confirmadas ya que las canales están muy escasas de nieve. La Canal Estreta tiene todos los resaltes con roca y después de la cueva solo hay piedras. Discutimos un rato sobre si vale la pena meterse o no. Gordo propone la alternativa de subir hasta la cueva y rapelar pero desde mi punto de vista, intentar el corredor en ese estado lo desmerece un poco. Ramón está de acuerdo conmigo y preferimos dejarlo para otro día en el que nos encontremos con mejores condiciones.
Como alternativa decidimos acercarnos hasta el Pic de l’Infern para ver como están allí los corredores. Vamos cargados y bastante lentos. Al cabo de un par de horas ya tenemos bastante claro que no llegaremos al Pic de l’Infern con un buen horario. Desestimamos el plan B y nos dedicamos, sin metas ni horarios, a disfrutar del paseo, del paisaje que nos rodea y de la buena compañía.
Unas 7 horas más tarde de haber salido llegamos de nuevo a la furgo. Nos regalamos una buena comida sencilla y nos volvemos para casa.